domingo, 31 de marzo de 2013

Historia y Origen de "La Estampa Ambientalista"

Origen de La Estampa Ambientalista
Erase la década de los noventa, cuando me encuentro, por razones el destino, a un grande amigo de mi ciudad querida Maturín, el actual abogado, Miguel Ángel Padrino. Para entonces, era director técnico y musicalizador, en Radio Rumbos.
 En tertulia, con mi dilecto amigo, me recomienda escribir algunas notas relacionada con mi especialidad, para el programa Amanecer venezolano”, de Don Gilberto García (QEPD), reconocido locutor del medio radiofónico Venezolano. Allí, tengo la oportunidad de conocer a Don Armado Pompeyo Martínez (QEPD), otro gigante de la radio en Venezuela. Pero, mi satisfacción mayor, sin restarle méritos a los precitados maestros de micrófono y la radiodifusión, contacto con el artista de los controles y  del sonido, de finos y agudos oídos, quien fuera mi otro tutor, Carlos Alberto Ramírez (QEPD). Este equipo,  recomienda unirme a otro de los grandes, e inconfundible voz de Rumbos: Atilano Hidalgo Rosas, quien me asigna el cargo de coordinador de su excelente programa de  gran sintonía nacional, todos los domingos a la seis de la mañana, “Rumbos turísticos”. Allí, en “Rumbos Turísticos” apareció, desde la Guaira, el connotado relacionista público, actual abogado de la república, mi fraternal amigo: Crispín Nuñez Alvarado, secretario privado y compadre de Atilano.
Por supuesto, que no puedo dejar de recordar a mi dilecto compadre, periodista, abogado, poeta y de los más connotados escritores de pluma suelta, asertiva y prodigiosa que paríó Playa Grande, bario Carupanero de insignes cantadores y poetas Luis García Díaz. La pluma y su destacado periodismo, fue la práctica a la excelencia comunicacional, que le daba vida y alegría a nuestro programa, por sus importantes entrevistas a destacados personajes populares.  Es, pues, “La Estampa Ambientalista” originaria de Radio Rumbos, gracias a la sabiduría de Don Gilberto García, quien,  así me titulaba las notas ambientales que tenía el grato  placer y honor de escribirle, para su excelente programa madrugador.  
Por Efrén.j. Meléndez.B
Productor Nacional Independiente No-4037.
Blogs:laestampaambientalista.blogspot.com
Sintonice: Radio Macarao 100.3fm.Todos los miércoles de 10-am, a 12m.
Internet: radiomacarao1003fm.blogspot.com          
 




    

viernes, 22 de marzo de 2013

Conflictos ambientales mundiales



CONFLICTOS AMBIENTALES AMENAZAN
LA SALUD DE LA POBLACIÓN Y LA
BIODIVERSIDAD DEL PLANETA*
Gloria Amparo Rodríguez*
revista de derecho, universidad del norte, 28: 329-347, 2007


INTRODUCCIÓN
Los conflictos ambientales globales que se han presentado en los últimos
años son el reflejo del enfrentamiento entre la economía, el desarrollo
y el medio ambiente. Ellos son, en su mayoría, consecuencia del uso
indebido del medio ambiente y de los recursos naturales, lo cual termina
generando grandes impactos negativos, no sólo a los ecosistemas sino
en las culturas y en la salud de las personas. Este es el resultado del
equivocado manejo que el hombre ha dado al ecosistema planetario,
lo cual ha generado graves consecuencias que comprometen además
su supervivencia.

Con el propósito de dar a conocer los hechos más representativos a
nivel mundial, a continuación se analizarán algunos de los conflictos
ambientales en diversos países y se estudiarán las dificultades que
se han presentado en el reconocimiento de los daños causados, en la
remediación de los impactos y en la indemnización de los mismos.

Este trabajo hace parte de las temáticas que aborda la línea de in-
vestigación en Derecho Ambiental y Grupos Étnicos de la Facultad
de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, relacionadas con los
conflictos ambientales.

Esta línea
                                                           busca avanzar en el conocimiento y
análisis de los problemas ambientales para aportar, desde la disciplina
del derecho, en las posibles soluciones frente al tema, con el fin de que
todos los ciudadanos conozcan y participen y, en consecuencia, puedan
gozar de un medio ambiente sano y lograr el aprovechamiento de sus
recursos naturales y del ambiente en beneficio de toda la humanidad.

En busca de este objetivo, resulta adecuado identificar los principales
instrumentos de la gestión ambiental que permiten la protección del
ambiente, garantizar los derechos ambientales y la adecuada calidad de
vida, además de contribuir a través de la investigación a la identificación
de la institucionalidad ambiental, su desarrollo y problemática en nues-
tro país



Este trabajo refleja el avance del proyecto de investigación “Los
conflictos ambientales en territorios indígenas colombianos a partir de la
Constitución de 1991”, el cual tiene como objetivo identificar, describir
y analizar las causas de los conflictos ambientales que se presentan en
los territorios de los pueblos aborígenes de nuestro país con ocasión del
otorgamiento de las licencias ambientales, en el período comprendido
entre 1991 y el 2006, con miras a establecer las implicaciones en los
aspectos sociales, culturales y ambientales.

La elaboración de este trabajo obedeció a la necesidad de contar en
la primera etapa del proyecto con un marco teórico y casuístico claro
sobre las problemáticas ambientales; de establecer cómo han surgido
y la manera como han sido manejadas, no solamente en Colombia sino
también en otras naciones.

La Universidad del Rosario, a través de la investigación que viene
realizando la línea de investigación en Derecho Ambiental y Grupos
Étnicos, busca identificar, manejar y ofrecer propuestas de solución a este
tipo de problemáticas. Para ello considera importante recurrir al análisis
casuístico y desarrollar a través de una metodología descriptiva en esta
etapa, la identificación de los conflictos, clasificarlos, caracterizarlos y
establecer sus causas e impactos en lo social, cultural y ambiental, para
posteriormente analizar y sistematizar la información existente.

Este trabajo se desarrolla en cuatro partes. La primera hace referencia
a algunos conflictos ambientales que se presentan en el planeta; la
segunda, a las grandes catástrofes acaecidas por manejo de químicos
y desechos peligrosos; la tercera, a los derrames de hidrocarburos en
áreas marinas, y la cuarta, a la normatividad existente en la materia.
.LOS CONFLICTOS AMBIENTALES EN EL MUNDO
Cuando hablamos de “conflictos ambientales” estamos haciendo men-
ción a aquellos relacionados con el enfrentamiento de diferentes intereses
y/o valores, cuyo resultado es el deterioro de los recursos naturales y
del medio ambiente. Generalmente, este tipo de conflictos afectan a
múltiples personas, tienen que ver con la ejecución de proyectos o el
uso de recursos, pueden presentarse no solamente en el sector rural
sino también en el sector urbano y la perturbación puede generarse a
nivel local, regional, nacional e incluso mundial.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Los recurrentes accidentes que hemos señalado deben dejarnos claro
que es importante avanzar en el manejo de este tipo de contingencias
y que no son suficientes las promesas de acciones para evitarlos. Es
necesario contar con actuaciones para evitar que catástrofes similares
a las presentadas se vuelvan a producir, para lo cual existe la nece-
sidad de realizar un plan de emergencia aplicable a las catástrofes
ambientales.
Casos como los mencionados denotan la vigencia y la necesidad
de hacer realidad los principios de la Declaración de Río sobre Medio
Ambiente y Desarrollo (1992), que consagra la obligación de conservar
y proteger el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras;
de cooperación entre los estados con problemas ambientales y el deber
de notificar a otros estados de emergencias ambientales que puedan
tener consecuencia en sus territorios.
En el caso de derrames de hidrocarburos, si el 80% del comercio
internacional se transporta en embarcaciones, lo cual ya representa
un gran riesgo, es importante establecer medidas para aumentar los
controles sobre el sistema de seguridad en los buques que transportan
sustancias peligrosas, además de establecer una red de puertos seguros
y determinar áreas marinas vulnerables que requieren de protección
especial por su valor ecológico, económico, cultural o científico
De igual forma, se debe promover la construcción de buques con
materiales de exc
elente calidad, tecnología y con doble casco, conocidos
como “cascos ecológicos”, para disminuir los riesgos. Se debe elaborar un
plan de contingencia para accidentes marítimos y realizar seguimiento a
los accidentes ocurridos para establecer las falencias presentadas y estar
preparados en la eventualidad de una nueva tragedia, que esperamos
no vuelva a suceder. Pero sobre todo, ya es hora de reflexionar sobre
los patrones de consumo energético que imperan en el mundo y buscar
mecanismos alternativos que no afecten el ambiente y pongan en riesgo
la diversidad natural del planeta.
Consideramos que es indispensable dejar claro el sistema de res-
ponsabilidad e indemnización de daños. Como lo plantea Martínez
Alier, “cuando hay suficiente información sobre la probabilidad de
riesgo, y cuando se alcanza un acuerdo sobre los valores económicos
que se asignarán a los daños (que no es en sí una cuestión trivial), se
pueden internalizar las externalidades en el sistema de precios a través
de los seguros” (Martínez Alier, 2002).
La deuda ecológica adquirida por los países que causan hechos como
los presentados, nos lleva a concluir que ésta debe ser reconocida, que
debe compensarse a las comunidades afectadas, que se debe contar con
disposiciones claras sobre la obligatoriedad de limpiar los territorios
afectados y la restitución, en la medida de lo posible, a las condiciones
en que el ecosistema se encontraba y que es necesario establecer medidas
para evitar que esta deuda continúe incrementándose.
De las catástrofes presentadas podemos establecer adicionalmente
que las poblaciones mayormente vulneradas son las que cuentan con
escasos recursos económicos. No obstante la denuncia y los movimientos
en contra de esta situación, se presenta un alto índice de impunidad
porque no han sido reconocidos los impactos, y mucho menos se ha
indemnizado a las personas afectadas. Este es un tema que trasciende
discusiones como la necesidad del crecimiento económico de los países
a costa del ambiente, las cuales llegan incluso a la órbita de los derechos
humanos. Lo anterior nos lleva a concluir que se debe demandar no sólo
por una justicia social sino también por una justicia ambiental.
Por último, queremos resaltar que los problemas ambientales
requieren de soluciones internacionales tendientes a evitar nuevas
catástrofes, y en este sentido, es necesario buscar salidas al enfrentamiento
que se presenta entre economía y ecología. El manejo y la solución
de estos conflictos ambientales globales requieren de gran voluntad
política de los estados y de la cooperación del sector industrial, de las
organizaciones internacionales y sociales, de las comunidades locales y
de los gobiernos. Es importante entender que el ambiente se encuentra
en peligro y, con ello, la población humana del planeta.
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Radiación y Contaminación Ambiental

VII. RADIACIÓN Y MEDIO AMBIENTE

EL HOMBRE, como todo ser vivo, está en contacto con un ambiente que regula su vida. Los factores ambientales se mantienen aproximadamente constantes; si se apartan de sus niveles normales, el hombre se siente incómodo o incluso muere. Tomemos como ejemplo el factor temperatura, que puede tener valores desde el cero absoluto (-273 ºC) hasta los millones de grados que hay en el Sol. De toda esta vasta gama, el hombre sólo puede mantenerse vivo en un pequeño intervalo de aproximadamente entre 0 ºC y 40 ºC. Nuestros cuerpos se han adaptado a lo largo de millones de años para operar en este intervalo. Si la temperatura ambiente rebasa esos índices, en poco tiempo morimos.

Otros factores ambientales, algunos muy discutidos y otros poco evidentes pero igualmente vitales, son la humedad, la presión atmosférica, el nivel de ruido, la calidad del aire, agua y alimentos, los organismos patógenos, la luz solar y la artificial, la fuerza de la gravedad y los factores sociales. A esta lista, que se puede ampliar bastante con un poco de observación a nuestro derredor, vamos a agregar la radiación ionizante.

Efectivamente, estamos expuestos todo el tiempo a radiación sencillamente porque somos parte de la naturaleza. Aunque no la percibimos, está y ha estado aquí desde que se formó nuestro planeta. Nos llega de todos lados: del espacio exterior de las paredes de la habitación, del aire que respiramos y del alimento que ingerimos. Por supuesto, estamos adaptados a tolerarla mientras se mantenga dentro de ciertos límites. De no ser así, habría trastornos, como los habría, por ejemplo, si repentinamente la presión atmosférica disminuyera a una décima parte de la actual.

Ell género humano ha aprendido, a lo largo de su desarrollo físico y mental, a modificar su entorno de acuerdo con sus necesidades. El simple uso de vestimenta para poder soportar mejor los extremos de temperatura es una muestra de este proceso. Pueden agregarse un sin fin de otros ejemplos, como la construcción de viviendas para protegerse del rigor del clima; la higiene de los alimentos para evitar enfermedades; el desarrollo de medicamentos, mediante los cuales se ha logrado prolongar la esperanza de vida; la luz eléctrica, que nos permite aumentar las horas productivas; el transporte y las comunicaciones, que nos amplían el radio de acción; la producción de herramientas, que nos facilitan las tareas; y hasta los diversos sistemas económicos, establecidos según los designios de unos y otros, pero siempre con la esperanza de mejorar el ambiente en que vivimos. Cuando ya están satisfechas las necesidades primarias, buscamos entonces la belleza, la calma, la recreación del intelecto y la diversión, también factores ambientales.

Ahora bien: todos estos cambios tienen su costo, y siempre se debe establecer un equilibrio entre éste y los beneficios que se generan. Además, es posible que los beneficios para unos sean costo para otros. En último caso, la lucha cotidiana del hombre para sobrevivir no es más que una continua defensa de su medio ambiente, comenzando en el hogar y llegando hasta los conflictos entre naciones.

En términos ambientales, podríamos analizar beneficios y costos de algunos procesos, como, por ejemplo, de la electricidad. Nadie duda de los beneficios de la corriente eléctrica: nos proporciona luz, calor, fuerza motriz, sonido, y a tal grado nos hemos acostumbrado a ella que ya no concebimos poder seguir desarrollándonos sin su ayuda. Difícilmente podemos cuantificar estos beneficios, aunque sí sabemos el costo de la electricidad que usamos: la cuenta mensual nos lo dice. Pero aparte de este costo, que nosotros subsanamos en pesos, hay otro más remoto pero no menos tangible, que es la repercusión en el ambiente. Si la electricidad nos llega proveniente de una presa, el costo está en reubicación de poblados, en pérdida de terreno productivo y en extinción de especies biológicas; si viene de una planta termoeléctrica, provoca humos y destrucción de un recurso no renovable, el petróleo, cuya obtención a su vez implica deterioro biológico de regiones enteras, problemas de transporte y peligros físicos para los trabajadores.

Dentro de este panorama, podemos ahora preguntarnos dónde entra la radiación ionizante. Sabemos que existe naturalmente, sabemos que se han obtenido grandes beneficios de ella, sabemos que el hombre tiene la capacidad de producirla y que puede tener repercusiones ambientales. Como ya vimos en otro ejemplo, cuantificar los beneficios en función de los costos es difícil, pero por lo menos conviene conocer la realidad hasta donde sea posible, para no exagerar ni despreciar su importancia.
Sobre la cantidad de radiación que recibimos del medio ambiente, lo primero que se debe reconocer es que de un lugar a otro hay grandes diferencias. Las medidas hechas en un sitio o en un país no necesariamente reflejan los valores en cualquier otro, a causa de las diferencias locales en sistemas de vida o alimentación, o de la altura sobre el nivel del mar, o de la cercanía de yacimientos minerales. Se conocen dosis promedio recibidas por la población mundial, que si bien no son siempre aplicables, sí reflejan a grandes rasgos niveles generales o tendencias. En México se han efectuado pocas mediciones de la radiación ambiental, pero en general no hay razón para pensar que el nivel se aleje demasiado de los promedios conocidos.

Consideremos la radiación cósmica en primer lugar. Se ha observado que, en virtud del campo magnético terrestre, es más intensa cerca de los polos que en el ecuador. A nivel del mar, cerca del ecuador se reciben 35 mrem/año mientras que a 50º de latitud se reciben 50 mrem/año. Recuérdese que la dosis máxima permitida al personal que trabaja con radiación es de 5 rem/año así que la radiación cósmica es del orden de 1% de aquella. La altura sobre el nivel del mar tiene un efecto mayor en la dosis debida a los rayos cósmicos, pues a mayor altitud hay menos atmósfera que los atenúe. En nuestro altiplano, alrededor de los 2 000 metros sobre el nivel del mar (msnm), recibimos como 100 mrem/año; en nuestros volcanes de 5 000 msnm, 300 mrem/año. Un viaje aéreo trasatlántico a 10 000 msnm nos expone a 2 mrem.

La otra fuente importante de radiación ambiental externa al cuerpo es el conjunto de elementos radiactivos en minerales. Estos elementos nos envían radiaciones desde el suelo o desde las paredes de las habitaciones. Los emisores más importantes son el uranio, el torio y el potasio (40K), que están distribuidos en toda la corteza terrestre. El tipo de roca determina la cantidad de radiación; por ejemplo, el granito emite más que la piedra caliza. Claro está que en los yacimientos de uranio la dosis recibida será mayor que el promedio.

Tomando en cuenta todos estos factores, se estima que la dosis debida a estos minerales es de 30 a 100 mrem/año. Las paredes de las habitaciones contribuyen con la parte principal; las paredes de concreto o de tabique emiten el doble que las de madera.

Ya hemos mencionado el radón, que es un gas inerte, uno de los productos del decaimiento del uranio. A diferencia de otras substancias radiactivas que son sólidos, el radón, siendo gas, puede escaparse del mineral de uranio y difundirse en la atmósfera. Entonces lo podemos absorber mediante la respiración, por lo cual son afectados los pulmones. Por razón natural, el radón es más abundante cerca de donde hay uranio: en minas y en la vecindad de fallas geológicas o roca porosa, que permiten su permeación. Emana del suelo, de grietas, de materiales de construcción, del agua y de las plantas, y se acumula en recintos cerrados sin ventilación. Su vida media es de 3.82 días. Se estima que como una tercera parte de la dosis por radiación natural que recibimos proviene del radón, aunque esto puede variar notablemente de un lugar a otro.

Así como podemos absorber radón al respirar, al alimentarnos ingerimos substancias radiactivas en pequeñas cantidades. Éstas constituyen una dosis interna variable, según el régimen de alimentación, la edad y la capacidad de eliminar substancias; se estima que representa alrededor del 20% de la dosis ambiental. El que fuma cajetilla y media al día recibe en los pulmones 8 000 mrem/año debido al polonio que contiene el tabaco.

A medida que se han extendido los usos médicos de la radiación, se ha tenido que considerar ésta como una fuente importante de radiación ambiental. En países que tienen servicios médicos extensos, la radiación de este origen se considera en promedio equivalente al 30% del total de la radiación ambiental. Otra vez este valor cambia de lugar a lugar, hasta llegar a cero en comunidades que carecen de servicios médicos. Un factor que se debe considerar es que, a diferencia de las otras fuentes de radiación que son de dosis bajas presentes todo el tiempo, en este caso se trata de dosis relativamente altas pero suministradas durante lapsos muy cortos y a veces en áreas pequeñas del cuerpo. Típicamente una radiografía de tórax da 20 mrem durante unos segundos, lo cual corresponde a la quinta parte de la radiación natural promediada durante un año. Una radiografía dental puede resultar en una dosis de 1 000 mrem, pero en una región muy limitada de la piel cercana al generador de rayos X. Para el tratamiento de tumores la dosis puede ser de miles de rads; en este caso, sin embargo, hay que poner en la balanza el daño causado al tumor contra el daño al resto del paciente.

Una fuente de radiación ambiental que en un tiempo fue importante pero que en la actualidad resulta de magnitud pequeña es la precipitación radiactiva debida a las explosiones nucleares. En la década de los cincuenta, se podía medir con toda claridad cómo los productos de fisión de tales explosiones se transferían a la atmósfera y a la estratosfera, para luego difundirse a todo el globo y caer lentamente a tierra. Desde que las pruebas nucleares se hacen subterráneas, este efecto se ha detenido, y en la actualidad sólo la mitad del 1% de la radiación ambiental es de origen de explosiones nucleares.


Las plantas nucleares generadoras de potencia emiten también pequeñas cantidades de substancias radiactivas En operación normal, éstas equivalen a alrededor de una décima parte del 1% de la radiación ambiental.

La figura 43 muestra un resumen de las fuentes generales de la radiación ambiental en un país desarrollado. Del total, como un 68% proviene de fuentes naturales, que incluyen rayos cósmicos, minerales emisores de rayos gamma y radón. Un 30% proviene de usos médicos de la radiación, y el resto de precipitación radiactiva, de la industria nuclear y de otras fuentes varias.




Figura 43. Diferentes fuentes de radiación ambiental y sus contribuciones relativas (en un país desarrollado).


Los efectos que produce la radiación sobre la salud no son únicos; muchas otras substancias tienen efectos parecidos. Sin embargo, los producidos por la radiación se conocen mejor, lo que permite fijar niveles de seguridad y establecer sistemas de medida y reglamentos que nos protegen de los posibles daños. No hay que olvidar que la radiación siempre ha existido en el medio ambiente, por lo que es inevitable recibir cierta dosis. Por otro lado, es claro que los beneficios producidos por el uso de la radiación y los radioisótopos, especialmente en la medicina, sobrepasan por mucho a los riesgos