viernes, 12 de octubre de 2012

La Crisis Ambiental y Los Cambios Climáticos Globales...

Crisis climática en 10 claves
 

Poderosos huracanes, olas de intenso calor, deshielo de los glaciares,
inundaciones,
deterioro de los arrecifes coralinos
y hasta cambios
en los patrones
de la vida animal.



 Aunque algunos
no quieran verlo,
los efectos del calentamiento global
ya son evidentes en cada rincón del planeta. Conozca el origen del problema ambiental más discutido del siglo XXI y entérese de qué puede hacer para reducir su impacto.
María de los Angeles Herrera
“La humanidad esta destruyendo, a una velocidad espantosa, los recursos y los equilibrios que han permitido su desarrollo y que determinan su porvenir… Hemos llegado al umbral de lo irreversible, de lo irreparable”. Esta alarmante frase forma parte del cuarto informe que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIEC) presentó hace dos meses en Francia, durante un encuentro que congregó a más de 500 científicos de todo el globo y que pretendía crear conciencia de la necesidad, más que urgente, inminente, de terminar con la inacción individual. Y es que contrario a lo que muchos creen, el calentamiento global no es un problema exclusivo de los gobiernos, los políticos y los ambientalistas: todos deben colaborar desde ya para reducir sus negativos efectos.

Si bien Al Gore y su documental ganador del Oscar —Una verdad incómoda— logró movilizar a millones de personas en el mundo, convirtiéndose, incluso, en el filme más visto en la historia de Estados Unidos —por encima del clásico El Resplandor, de Stanley Kubrick—, las alertas sobre el calentamiento global han estado presentes desde que Stephen Schneider, un climatólogo de la Universidad de Stanford, predijo —en 1976— el impacto futuro de las emisiones de gases contaminantes sobre el aumento de la temperatura global. Durante las tres décadas siguientes, el campo ambientalista se ha llenado de teorías contradictorias, donde la posición de la Tierra, su cercanía con el sol, sus movimientos naturales y hasta la propia actividad solar son los factores clave que explican el incremento de las temperaturas. A diferencia del pasado, hoy hay un consenso casi general en que el ser humano es el responsable del calentamiento; sin embargo, los científicos continúan divididos: mientras unos abogan por acciones masivas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y evitar que las consecuencias sean devastadoras, otros aseguran que los mecanismos naturales del ciclo del agua terrestre —vapor de agua y formación de nubes— podrán compensar o anular el calentamiento de la Tierra.                                                                                     
1. La base

Para quienes aún desconocen el origen del problema, el calentamiento global es una teoría que explica por qué han aumentado las temperaturas de la atmósfera terrestre y los océanos en las últimas décadas. Durante años, erróneamente los seres humanos han pensado que sus acciones no pueden tener un impacto negativo en el funcionamiento del sistema ecológico natural del planeta, pero está más que comprobado lo contrario. La razón es simple: la emisión de gases contaminantes, sobre todo de dióxido de carbono (CO2), está afectando la composición química natural de la atmósfera al punto de que el efecto invernadero —un mecanismo natural de la Tierra que le permite regular su temperatura interna— ha sido modificado y es, precisamente, en ese cambio donde radica el problema. 

2. Mecanismo clave

En condiciones normales, la energía solar penetra la atmósfera —en forma de ondas de luz— y calienta la superficie terrestre. Una porción de dicha energía es devuelta al espacio en forma de radiación infrarroja, mientras que la ionósfera conserva otra parte para permitir que el planeta tenga una temperatura adecuada. A este mecanismo se le conoce como efecto invernadero y para mantener su balance, es regulado por la emisión natural de vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno y ozono, gases también llamados de efecto invernadero que han estado presentes dentro de la atmósfera terrestre desde mucho antes de la aparición del hombre.

Durante el siglo XX, sin embargo, la actividad industrial comenzó a generar una emisión desmedida de dióxido de carbono, gas que ha aumentado el espesor de la ionósfera, impidiendo la salida de esa energía que debía ser devuelta al espacio de forma natural. ¿La consecuencia? Un aumento progresivo de la temperatura. En los últimos 14 años la humanidad ha sido testigo de los 10 años más calurosos desde que se inició el registro meteorológico en 1880; específicamente 2005, seguido por 1998, han roto el récord de altas temperaturas globales.

Aunque es difícil predecirlo —pues los estudios científicos tienen variaciones entre sí, de hasta 400 por ciento—, muchos predicen que a finales de este siglo la temperatura podría subir entre tres y nueve grados centígrados. 


Arriba
En condiciones normales,
una parte de la energía
del sol es devuelta
en forma de radiación
infrarroja



Abajo
Actualmente, ha aumentado
el espesor de la iconósfera
y la energía solar
no es devuelta
adecuadamente



3. Peligrosa emisión

De todos los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera, el CO2 es el único que guarda una relación directamente proporcional con el incremento de la temperatura. La mayoría está al tanto de que sus fuentes principales son las industrias —específicamente las que generan energía a partir de la quema de combustibles fósiles; es decir, carbón, petróleo y gas natural— y, por supuesto, los automóviles, pero pocos saben que casi 30 por ciento de las emisiones proviene de la quema de bosques, especialmente en el continente africano. Según estudios del IPCC (Intergovernmental Panel for Climate Change), anualmente la atmósfera recibe 7.900 millones de toneladas de carbono: una parte es absorbida por los océanos, otra es convertida por la vegetación, a través del proceso de fotosíntesis, y el resto —cercano a 42 por ciento— se mantiene dentro de la superficie terrestre, incidiendo directamente en el efecto invernadero. 
4. Relación confusa

Se habla mucho de una posible correspondencia entre la reducción de la capa de ozono y el calentamiento global; sin embargo, los estudios han demostrado que no existe una conexión tan directa. La capa de ozono se encarga de absorber la radiación ultravioleta, pero también atrapa parte de la radiación infrarroja que emana de la tierra, influyendo en la distribución térmica y en la regulación del clima. Al disminuir la capa de ozono, hay una tendencia relativa al enfriamiento de la superficie del planeta: al no existir esa barrera, penetran de manera más directa los rayos solares, pero también se pierde gran parte de la energía irradiada por la Tierra, que en condiciones normales debería ser retenida para mantener el balance climático. Este mecanismo, sin embargo, no es suficiente para contrarrestar el efecto invernadero, por lo cual se espera que las temperaturas continúen en aumento.      
5.Dura realidad

Tener días más calurosos no es la única consecuencia de este fenómeno atmosférico. En los últimos años, una seguidilla de problemas ambientales se ha estado presentando como resultado de su impacto. Empezando por la desaparición de los glaciares —en Venezuela, se han perdido cuatro de los seis glaciares que existían en los Andes en los años setenta y se espera que en 10 años ya no quede ninguno—, pasando por las fallas en el suministro de agua dulce que enfrentan los habitantes de las zonas cercanas a esos glaciares, hasta llegar a la pérdida de lagos y ríos debido a los períodos de intensas sequías, como ocurrió con el lago Chad de Nigeria, que una vez figuró entre los más extensos del mundo. Pero eso no es todo. Los deshielos tienen efectos sobre la distribución de las corrientes marinas, así que es difícil predecir si con la desaparición de glaciares el flujo marítimo seguirá rigiéndose por los patrones conocidos hasta ahora. Y como si esto fuera poco, se espera que el nivel del mar siga subiendo, lo cual podría afectar las zonas costeras, los pantanos, manglares y zonas como el Delta del Orinoco venezolano e, incluso, según afirman los científicos más radicales, ocasionar la desaparición de los países bajos, gran parte de Florida, los alrededores de Beijing y ciudades como Calcuta y Bangladesh, en caso de que se derritiera la zona norte de la Antártica.

El calor —que sólo en 2003 causó la muerte a más de 35.000 personas— también aumenta la temperatura de los océanos, hecho que incide directamente en la aparición de tormentas y huracanes, incluso en zonas donde nunca se creyó posible; adicionalmente, aumentan desmesuradamente las precipitaciones, porque se incrementa el agua evaporada y la humedad se acumula: a finales de julio de 2005 murieron más de mil personas debido a la caída de más de 90 centímetros de lluvia en sólo 24 horas y recientemente en Bolivia se registraron las peores lluvias de los últimos 25 años. Esta locura climática —como algunos la definen— ha sido responsable, además, de los cambios en los patrones migratorios de las aves, en la modificación de la duración de las estaciones, en el blanqueamiento de los arrecifes de coral, en la desaparición de la vida animal y hasta en la reaparición de enfermedades, porque algunas especies e insectos portadores —sobre todo mosquitos— han ganado terreno.

Los glaciares están desapareciendo
y eso altera la distribución
de las corrientes marinas

Tanto las frecuentes sequías
como las fuertes lluvias
son causadas por
la crisis climática



6. En el globo

Los pronósticos indican que el océano Artico será la zona más afectada del planeta. Al convertirse en el área de calor más elevada del globo, se abrirán grietas con mayor frecuencia y el deshielo, probablemente, sería masivo. La región amazónica aparece como la segunda área que más sufriría los embates del calentamiento global, pues sería foco de intensas sequías y de un cambio climático sustancial, debido a la desaparición de la vegetación por causa de violentos incendios. 
7. Dupla de cuidado

Estados Unidos y China son los dos países que generan mayores emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente dióxido de carbono. Aunque el coloso del Norte cuenta con cuatro por ciento de la población mundial, produce poco más de 30 de las emisiones totales de dióxido de carbono. El país asiático, por su parte, ha intensificado tanto su industrialización que según recientes estudios de la Fundación para la Energía —una ONG estadounidense que asesora a China en asuntos energéticos y contaminantes— se espera que para 2008 emita seis gigatoneladas de CO2, superando con creces las emisiones de Estados Unidos. Finalmente, la Unión Europea —el tercero en la lista— también está aumentando a pasos agigantados su producción de dióxido de carbono, aunque muchas regiones están realizando esfuerzos conjuntos para disminuirlas.



Afortunadamente, ya se intentan
respuestas colectivas para salvar
al planeta, como las azorteas
verdes y los paneles solares

8. En camino

En el documental Una verdad incómoda, Al Gore parafrasea a Robert Socolow y Stephen Pacala —dos economistas de la Universidad de Princeton—, quienes afirman que “la humanidad posee la base científica, tecnológica, técnica e industrial para resolver el problema ambiental”. Y es cierto. La aparición de vehículos híbridos que combinan el combustible tradicional con otras fuentes de energía como el hidrógeno, el uso de paneles solares, el aprovechamiento de la energía eólica, el cultivo de áreas verdes en las zonas urbanas —especialmente en las azoteas de los edificios— y las plantas geotérmicas son algunas de las acciones globales que se están implantando para mejorar la situación. Adicionalmente, existen materiales ecológicos que se están desarrollando para dar apoyo a las industrias, entre ellos el hormigón de ecocemento que mientras se endurece es capaz de absorber grandes cantidades de CO2 o el pavimento poroso hecho con plástico reciclado que se hunde en la tierra y permitiría crear seguras carreteras que a la vez estuviesen cubiertas de grama. Es cuestión de tiempo, pues lo único que falta es voluntad política y empresarial para generalizar el uso de las nuevas tecnologías disponibles. 
9. ¿Sin freno?

Si bien para muchos científicos a estas alturas ya es imposible revertir la crisis climática, otros afirman que aún la humanidad está a tiempo. De hecho, un estudio publicado por Socolow y Pacala demuestra que si Estados Unidos comienza a trabajar ahora, para el año 2050 sus niveles de dióxido de carbono habrán descendido por debajo de los que presentaba en los años setenta. Lograrlo depende de la aplicación de estrategias combinadas: uso racional de la energía eléctrica y los sistemas de calefacción, refrigeración, iluminación y equipos electrónicos; diseño de equipos que sean más eficientes con un menor consumo energético; vehículos híbridos o que funcionen con menos gasolina; uso de otras fuentes renovables de energía y reducción del exceso de las emanaciones de CO2 derivadas de la industria.
10. Hora de actuar

¿Y qué se puede hacer en el terreno individual? La lista aunque no lo crea es inmensamente larga, pero usted puede comenzar por comprar bombillos fluorescentes que duran 10 veces más que los incandescentes, pasando por la adquisición de electrodomésticos que consumen menos energía (Energy Star o similares), hasta planificar la compra inteligente de su carro nuevo, tratando de que consuma menos litros de gasolina por kilómetros recorridos, de esa manera reducirá la cantidad de CO2 que emana al ambiente. Otra acción es tratar de consumir menos gasolina, eso incluye mantener el motor y los cauchos en perfecto estado, utilizar medios de transporte alternativos siempre que sea posible e, incluso, ponerse de acuerdo con amigos o vecinos para hacer viajes juntos.
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En el tapete
El documental ganador del Oscar Una verdad incómoda le ha dado la vuelta al mundo, contribuyendo a crear conciencia en torno a la polémica del calentamiento global, que tal y como lo ha afirmado Tony Blair “es el mayor desafío ambiental del mundo… Un desafío tan grande y con efectos tan destructores e irreversibles que puede alterar radicalmente la existencia humana”. Ya no se trata de una película de ficción como El día después de mañana, sino de un reflejo de la posible realidad por la cual atravesará el planeta de no tomarse las medidas preventivas necesarias. Dirigido por Davis Guggenheim, la cinta muestra un resumen de las habituales charlas que ha dado
Gore alrededor del globo, donde condensa parte de su libro
La tierra en juego: ecología y conciencia humana, que salió al mercado en 1992. A raíz de su estreno, muchos se han pronunciado a favor y hasta han desarrollado acciones en pro del ambiente, entre ellos el famoso abogado Robert Kennedy Jr. y los actores George Clooney y Julia Roberts, quienes compartieron con el ex vicepresidente de Estados Unidos la portada del mes de mayo de 2006 de la revista Vanity Fair, bajo el título Una nueva revolución industrial. En marzo de este año también salió a la venta Una verdad incómoda: la crisis planetaria del calentamiento global y cómo afrontarla, obra editada por Gedisa en idioma español donde Gore profundiza en los distintos aspectos incluidos en sus conferencias. Sin duda, ambas piezas resultan clave para entender la complejidad del fenómeno ambiental. 
 
Labor global


El Protocolo de Kyoto, un instrumento propiciado por la Organización de Naciones Unidas para revertir el calentamiento global, fue firmado en 1997 en esa ciudad japonesa, y prevé que todos los países industrializados suscritos disminuyan —entre 2008 y 2012— su producción de gases de efecto invernadero cerca de cinco por ciento con respecto al valor que presentaban en 1990. Aunque 132 países se sumaron al pacto, incluido Venezuela, dos naciones desarrolladas —que figuran en los primeros lugares de emisiones contaminantes— no dieron su aprobación: Estados Unidos y Australia. Si bien el coloso del Norte se niega a firmarlo, varios de sus estados han tomado acciones para respaldarlo, especialmente California, donde para 2010 los distribuidores de electricidad deberán utilizar más fuentes renovables de energía —al menos 20 por ciento— e, incluso, se creó una ley para que dentro de 10 años todos los vehículos nuevos emitan 30 por ciento menos dióxido de carbono.
 
Fuentes consultadas
lAl Gore. Una verdad incómoda:
la crisis planetaria del calentamiento
global y cómo afrontarla
l Revista Integral.

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