domingo, 18 de agosto de 2013

El Ecosocialismo


Lunes 19 de Febrero de 2007

Roberto Grana*
Una perspectiva para los Movimientos de Emancipación en una sociedad democrática, autogestionaria y cooperativa
Al plantear el ecosocialismo como una perspectiva para los movimientos de emancipación, me refiero a movimientos sociales, culturales y políticos que aspiran a terminar con diversas formas de opresión social vinculadas a las dominaciones imperiales, políticas, de género, étnicas, culturales y de clases sociales entre otras.
Las diferentes corrientes socialistas del siglo veinte no incluyeron la visión ecológica, los motivos principales para esa desafortunada resistencia a reflexionar sobre la relación de la sociedad, la economía y la naturaleza desde la ecología, podrían ser los siguientes:
• La firme negativa a confundir los sucesos sociales con los fenómenos naturales, ante concepciones sociales darwinistas o malthusianas.
• La fuerte tendencia a reducir el socialismo al crecimiento y transformación económica.
• La centralización burocrática autoritaria
• Un dogmatismo marxista poco dispuesto a la revisión crítica, a la duda y a la reflexión sobre nuevas ideas.
Este enfoque dogmático calificó de populista la obra del gran pensador peruano José C. Mariátegui,  por la defensa que este hace de los derechos de las comunidades aborígenes y el control comunitario de la producción, como formas de transición al socialismo. Planteos opuestos a la propiedad estatal centralizada y a la colectivización agraria forzosa, como se había llevado a cabo en la URSS. Mariátegui asume esta posición sin haber conocido las cartas  de Marx a Vera Zasulich de 1881.  En esas cartas Marx estuvo de acuerdo en desarrollar el camino al socialismo respetando las instituciones comunales campesinas. Marx se aproximó al problema que planteamos al estudiar en su obra cumbre “El Capital” las condiciones ambientales en que vivían los obreros londinenses, aunque no llegó a analizar las relaciones más generales entre capitalismo y naturaleza.
Para el desarrollo de una concepción ecosocialista superadora de los errores, limitaciones e injusticias del socialismo del siglo veinte, se hace necesario revisar, entre otras cuestiones, diferentes visiones sobre las relaciones de la persona con el pueblo y la tierra. En esa dirección, resulta interesante reflexionar sobre las culturas aborígenes. Mapuche significa hombre de la tierra. El Mapuche es parte integrante junto con su pueblo, el aire, el suelo y el subsuelo del Wall Mapu, que es el territorio constituido por newén o fuerzas del universo. El Mapuche es un newén más. El mapuzungun, no es solo un idioma del che (hombre), también expresa la manera en que las newén o fuerzas cósmicas se comunican entre sí. La sabiduría del Mapuche radica en escuchar lo que dice el hermano y lo que dice la tierra.
Por otro lado los movimientos ecológicos y verdes del hemisferio norte, con una visión solo naturalista, no se han ocupado mucho de la relación entre los problemas de agresión a la naturaleza con la hegemonía de la cultura y la economía capitalista. Mientras que diversos movimientos ecológicos en los países pobres, con una concepción más amplia, no tuvieron suficiente reconocimiento hasta el asesinato, en diciembre de 1988, de Chico Mendes, líder de la lucha por la  propiedad nativa de la tierra, la defensa de las riquezas naturales de la Amazonia, y de los derechos sociales de los pueblos aborígenes.
Entiendo que las fuentes teóricas  principales que fundamentan al ecosocialismo son: la ecología general, la crítica dialéctica, la filosofía de los valores, la teoría social – económica de desarrollo a escala humana y el estudio de Carlos Marx sobre el modo de producción capitalista. Asimismo la ecología general se nutre teóricamente de la teoría general de sistemas y de la concepción sobre la complejidad y el caos.
Desde este intento de promover la concepción ecosocialista nos planteamos recuperar la visión de globalidad no fragmentada sobre fenómenos naturales y sociales de alta complejidad, este planteo por consiguiente, no puede coincidir con el mito del crecimiento económico lineal e ilimitado, con la omnipotencia de la razón humana y la ciencia, y aún menos con los nuevos mitos técnicos que todo lo podrán. El ecosocialismo, no se puede concebir sin profundos cambios en nuestra sociedad y en el ethos dominante de nuestra civilización. Como dice Morin “De su diversidad la humanidad puede extraer sus mayores tesoros, siempre y cuando recobre el secreto de su unidad, y se replantee el futuro solidariamente en una tierra que es su casa común”; “lo universal no se opone a las patrias, sino que las une concéntricamente a la patria tierra” y “ todo arraigo étn
ico es legítimo si va acompañado por uno más profundo a la identidad humana terrestre.”
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