domingo, 1 de junio de 2014

notas para la discusión...



¿Cómo reaccionar frente a este peligro? El socialismo y el ecologismo —o, por lo menos, algunas de sus corrientes— tienen objetivos comunes que implican un cuestionamiento de la autonomización de la economía, del reino de la cuantificación, de la producción como meta en sí misma, de la dictadura del dinero, de la reducción del universo social al cálculo de márgenes de rentabilidad y a las necesidades de la acumulación del Capital. Ambos defienden los valores cualitativos: el valor de uso, la satisfacción de las necesidades, la igualdad social, la preservación de la naturaleza, el equilibrio ecológico. Ambos conciben la economía como una “pieza” en el medio: social para el algunos, natural para otros.

Se dice: las divergencias de fondo son las que mantienen separados a los «rojos» y a los «verdes», a los marxistas de los ecologistas. Los activistas ecologistas acusan a Marx y Engels de productivismo. ¿Se justifica esta imputación? Sí y no.
No, en la medida en que nadie denunció tanto como Marx la lógica capitalista de la producción por la producción, la acumulación de capital, riquezas y mercancías como un fin en sí mismo. La misma idea de socialismo, contradiciendo la miserable falsificación de los burócratas, es la de una producción de valores del uso, de bienes necesarios para la satisfacción de necesidades humanas.
El objetivo supremo del progreso técnico para el socialismo de Marx no es el crecimiento infinito de posesiones («el tener») sino la reducción de la jornada de trabajo y el crecimiento del tiempo libre («el ser»).

Sí, en la medida en que a menudo en los descubrimientos de Marx o Engels (y más todavía en el marxismo ulterior) hay una tendencia a hacer del «desarrollo de las fuerzas productivas» el vector principal del progreso, así como una posición poco crítica hacia la civilización industrial, principalmente en su relación destructiva del medio ambiente.

En realidad, uno encuentra en los escritos de Marx y Engels elementos para nutrir ambas interpretaciones. La cuestión ecológica es, en mi opinión, el desafío más grande para un renovación del pensamiento marxista en el siglo XXI. Ésta exige a los marxistas una revisión crítica profunda de su concepción tradicional de las «fuerzas productivas», así como una ruptura radical con la ideología del progreso lineal y con el paradigma tecnológico y económico de la civilización industrial moderna. Walter Benjamin fue uno de los primeros marxistas del siglo XX que planteó este tipo de problemas: desde 1928, en su libroDirección única,denunciaba la idea de dominación de la naturaleza como una «instrucción imperialista» y propuso una nueva concepción de la técnica como «dominio de la relación entre la naturaleza y la humanidad». Algunos años después, en sus «Tesis de filosofía de la historia» se propone enriquecer al materialismo histórico con ideas de Fourier, ese utópico visionario que había soñado «un trabajo que, lejos de explotar a la naturaleza, está en condiciones de aliviarla de las criaturas que duermen latentes en su seno» [2].

No hay comentarios:

Publicar un comentario